domingo, 18 de mayo de 2008

San Marcos: nudo de inquietudes, plaza de victorias



Artículo copiado del blog "Kolumna Okupa" de Rocío Silva Santisteban y publicado el 17 de Mayo de 2008. Un blog recomendadísimo, visíentelo cada vez que puedan.




Juan Gonzalo Rosé compuso unos versos que, de alguna manera, a todos los sanmarquinos nos han acompañado en diferentes momentos de nuestras trayectorias: “San Marcos: nudo de inquietudes, plaza de victorias”. Hoy, una vez más los he recordado, ante esta oscura posibilidad de que los pagos de mi universidad hayan vuelto a ser noticia debido a las marchas reprimidas a combazos y a los disturbios de los estudiantes que protestan —a veces con gratuita violencia— contra una construcción que, de entrada, coloca a San Marcos en desventaja frente al municipio limeño que ha ganado una buena tajada del campus —veintiocho mil metros— para colocar su mastodóntico proyecto.

Que se requiere un trébol en el cruce de Venezuela y Universitaria, nadie lo duda; que se debe realizar una obra con transparencia, todos lo exigimos. Los sanmarquinos, tanto profesores, trabajadores y estudiantes, hemos “sufrido” desde hace años las ínfimas condiciones de movilidad de las cuadras respectivas de la avenida Universitaria: baches que parecían cráteres lunares que nos acompañaron “cariñosamente” durante ¡¡¡diez años!!! Y cruces de la muerte que sólo desde el deceso de un estudiante y cientos de accidentes —recordemos que al poeta Pablo Guevara lo atropelló ahí una combi— el municipio se dignó a poner un semáforo en la entrada de Letras.

Pero el tema de la precaria infraestructura vial y la obra de marras no es el punto que me interesa destacar ahora sino la oportunidad de la marcha que, una vez más, ha servido para enturbiar una protesta legítima. Los noticieros de televisión —siempre tan voluptuosos en su sensacionalismo— han aprovechado para sacar del cajón de los recuerdos el estereotipo del sanmarquino: violento, tira-piedras, bochinchero, y por último, casi terrorista. Por supuesto que no narraron los hechos desde la perspectiva de los estudiantes, ni siquiera desde el medio, sino desde el mejor ángulo para una toma conveniente sin arriesgarse mucho: detrás de los relatos oficiales que tuercen la historia para sus molinos. Felizmente desde dentro de la universidad hemos podido ver otra tomas en las que no queda duda del ingreso de la policía, ya no sólo al campus, sino incluso a los pabellones donde están las aulas, para perseguir a estudiantes y meterles golpe contra el suelo. Que esta intrusión haya tenido permiso del rector no hace sino avergonzarme.

Esta opinión —me refiero a la mía— en éste ni en ningún caso de protesta ciudadana, justifica que se hayan quemado carros o empujado vallas o incluso arrojado piedras contra los obreros de construcción —¡estudiante, el obrero no es tu enemigo!— o entonado consignas que no venían al caso. A su vez no puedo dejar de preguntarme por qué se tienta a la represión, si era obvio que en los días previos a las cumbres y precisamente por este afán de criminalización de la disidencia, las fuerzas policiales y sobre todo el ministerio del interior, tenían el dedo nervioso puesto en el gatillo. ¿Qué se intentó con una marcha institucional organizada para fecha tan poco conveniente?, ¿por qué protestar contra el alcalde Castañeda y las dudosas negociaciones en torno a la cede del terreno en esta coyuntura?, ¿acaso no hubiera sido mejor diferir la protesta y guardar energía y enfilar baterías para apoyar la Cumbre de los Pueblos? En todo caso que la ciudadanía no olvidé que los estudiantes no son terroristas y que los desmanes de unos cuantos no pueden justificar la demonización de todo el colectivo sanmarquino.

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