martes, 24 de marzo de 2009

Hacer memoria en y desde las universidades públicas 3

Gran parte del debate y las actividades entorno a la violencia política se ha desarrollado (hasta el momento) dentro de una élite limeña a través de eventos, blogs y periódicos conocidos donde la participación de las universidades públicas ha sido satelital
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de San Marcos en la época de la violencia política.
Cerrando la serie de post Hacer memoria en y desde las universidades públicas, termino con los últimos puntos del por qué es necesario promover el debate en las universidades públicas entorno a la violencia política:
7. Las universidades públicas están paralizadas básicamente por las brechas que ha dejado la violencia política en sus interiores, sobre todo entre docentes. Recuerdo conversaciones con profesores en la que éstos me decían cosas como: "mira a ese de ahí (docente), ese era pro-senderista, ahora lo ves hecho todo un posmoderno, dicta un semestre en Perú y otro en Europa, acaba de ganar un concurso de investigación"; "No sé con que autoridad moral algunos profesores que mandaron a la muerte (conflicto armado interno) a alumnos pueden seguir dictando como si nada y reclamando homologación" o "A ese señor, que es director de escuela, nadie lo conoce, pasó piola con Medina (Comisión reorganizadora de San Marcos puesta por Fujimori), no dijo ni pio... ¿Por qué crees?". Aquí planteó un par de pregunta:
  • ¿Es posible la reconciliación entre docentes que fueron enemigos ideológicos durante el terrorismo y que ahora se miran con asco moral?
  • ¿En qué medida estas secuelas internas evitan la cohesión de las universidades públicas necesaria para lograr la homologación?
8. Los conflictos sociales en nuestro país están aumentando, según los informes mensuales de la Defensoría del Pueblo. Esto condiciona a que, en forma progresiva, las protestas sociales y el descontento social pasen de ser sistémicas discrepancias con el gobierno a un rechazo contra el sistema mismo en su conjunto (democracia incluida). Esto puede generar un caldo de cultivo dentro de los claustros universitarios para la "revisión" de la lucha armada. Vuelvo a preguntar: ¿Quién nos asegura que no hay por ahí un "docente loco" de una universidad de provincia (o de Lima) haciendo una "revisión de la lucha armada" junto con algunos colegas suyos? Quizá no sea tiempo de hacer memoria en las universidades públicas debido a que las heridas dejadas por la violencia política sean incurables y/o no sea el contexto adecuado. Como dijo Carlos Ivan Degregori en una entrevista en el 2006 (citada en el encabezado de este post):
"La memoria tiene sus tiempos y no depende solo de la comunidad universitaria sino de los contextos. De repente puede abrirse otra coyuntura como la del 1999-2000 que permita dar una mirada sobre el pasado con mucha más fuerza y lograr avances, pero tampoco es que los universitarios deben esperar que haya otra coyuntura y no hacer nada hasta entonces. Como jóvenes universitarios tienen que husmear más sobre el modo de enganchar a los desinteresados, a los que no les importa. Hay una apertura en Arte y Literatura, creo que en novelas, cuentos, películas, documentales, música, teatro o periodismo, van abriéndose espacios para discutir estos temas. Estos espacios son privilegiados".
El profesor Rodrigo Montoya, antropólogo y ex-miembro de la Comisión de San Marcos, me dijo en una oportunidad que el problema de la violencia política es que ningún muerto es de todos, cito las ideas fuerza de su reflexión en aquella oportunidad:
“El problema de la violencia política es que todos entierran a sus muertos por su lado, los sinchis entierran a sus muertos por su lado, los campesinos entierran a sus muertos por su lado y los terroristas lamentan a sus muertos por separado, tu muerto no es mi muerto, tu "nosotros" no es mi "nosotros", ningún muerto es de todos, nadie lamenta un muerto por el mismo hecho de ser un peruano muerto... La reconciliación vendrá cuando veamos a todos los muertos como propios y digamos, muy bien, estuvimos en guerra, ahora qué hacemos para no volver a matarnos entre nosotos”.
Por ello, el reto de hacer memoria en las universidades debera ser liderado por las nuevas generaciones de docentes y estudiantes. Es necesario la participación política y cultural de los más jóvenes (estudiantes y docentes) para superar la paralisis institucional de las universidades públicas, producto de la violencia política. Sólo así podemos estar seguros que el Museo de la Memoria represente una mirada dolorosa al pasado y no sea una escalofriante proyección al futuro. Hay que estas pendientes.

1 comentario:

julio dijo...

Alejar los fantasmas del pasado es también hacer cambios desde lo institucional. Revisar las leyes que atan el pasado con el resenta,las malas leyes y tratar de mejorar la justicia y que se mire adelante con objetivo. POr supuesto que es dificil ,pero se puede lograr.